UN MEXICANO QUE NO DEJA DE LUCHAR
•SU GUSTO POR TOCAR LA TROMPETA INICIA DESDE LOS DOCE AÑOS
Por Yuquiabe Romero
Con el extenso sol que alumbraba, la muchedumbre que pasaba a los costados de la vieja Alameda Central, los ya conocidos puestos ambulantes de comida rápida, de ropa de manta, diversos collares, inciensos, romances de antaño, jóvenes, estudiantes de primaria y secundaria paseándose entre el pasadizo que cruza el parque, atravesando una fuente que a penas se descubre por el vaivén del chorro de agua, casi a la altura de la estatua estridente de Beethoven.
Casi a un costado del teatro Hidalgo y frente al Palacio de Bellas Artes, un adulto mayor se encuentra sentado sobre su banquito portátil, esperando recibir una moneda en un pequeño envase de plástico translúcido con una jerga roja que ocupa de mantel mientras toca la trompeta.
De piel morena, tez delgada, las canas que han demostrado el pasar de los años, sus lentes para vista cansada que le proporcionan una mejor visibilidad, un sombrero estilo ranchero que le permite cubrirse por los rayos del sol que se intensifican en la capital mexicana, una camisa blanca hasta la muñeca perfectamente limpia, un chaleco gris, sus pantalones azules de vestir están desgastados, sus zapatos viejos y llenos de polvo. Junto de él su morral.
De fondo musical, se escucha el sonido de una organillera tocando melodías populares mexicanas como las mañanitas y algunas otras canciones que hiciera popular Pedro Infante.
Oriundo de San Bartolo Hidalgo y nacido en el año de 1938, siendo el mayor de cinco hermanos, actualmente trabaja desde hace dos años en la Alameda como trompetista, por la escases de empleo que hay en el Distrito Federal. Pero en su juventud laboró en una empresa constructora que entre sus obras importantes fue la construcción del Hotel REGIS, (hoy plaza de la Solidaridad) ubicado frente a la Alameda Central, edificio que se cayera en el terremoto de 1985, así como escuelas de preparatorias, técnicas y universidades.
Al momento del singular sonido del cuarto de hora del reloj que sale de la torre Latinoamericana, el Sr. Federico Tolentino Guzmán comenta que la gente que pasa por la Alameda le gusta mucho la forma que toca, específicamente le piden mucho las mañanitas pero que en lo personal prefiere tocar corridos y rancheras.
Mientras los ojos curiosos de los que paseaban por el lugar al ver la entrevista, Don Federico dice que aprendió a tocar la trompeta desde que tenía doce años y que era un gusto para él hacerlo, también expresa la desepción que tiene por que no le permiten tocar la trompeta frente al Palacio de Bellas Artes mientras que al organillero le permiten laborar ahí por que ellos cuentan con un permiso que les otorga la Secretaría de Trabajo y Previsión Social; permiso que no ha podido conseguir por el exceso de trámites burocráticos, además de que los organilleros son considerados patrimonio cultural de la humanidad.
Así mismo se escucha los cantos de los pájaros que están a nuestro alrededor, en el momento que comenta que su hija Clotilde pertenece a la Organización de Campesinos y que se encuentra desilucionado por la situación política de México; sin embargo reconoce que se siente orgulloso de ser mexicano.
Agregó, mientras que la mirada se hunde en tristeza y descontento, el hecho de que no le fue pagado la pensión que mereciera, por que la empresa en la que trabajó le dijeron que habían perdido los papeles que requería para ello a causa de una inundación, y es que los papeles estaban guardados en el sótano del edificio que actualmente se encuentra frente al parque Hundido en Insurgentes.
La entrevista finaliza con la grata sonrisa de Don Federico que permite decir a través de ella, que a pesar de las circunstancias, hay un espíritu de lucha; mientras que al compás de la trompeta,resurgen las ganas de tocar una melodía con más ánimo que antes.
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viernes, 2 de julio de 2010
UNA TROMPETA EN LA ALAMEDA
UN MEXICANO QUE NO DEJA DE LUCHAR
•SU GUSTO POR TOCAR LA TROMPETA INICIA DESDE LOS DOCE AÑOS
Por Yuquiabe Romero
Con el extenso sol que alumbraba, la muchedumbre que pasaba a los costados de la vieja Alameda Central, los ya conocidos puestos ambulantes de comida rápida, de ropa de manta, diversos collares, inciensos, romances de antaño, jóvenes, estudiantes de primaria y secundaria paseándose entre el pasadizo que cruza el parque, atravesando una fuente que a penas se descubre por el vaivén del chorro de agua, casi a la altura de la estatua estridente de Beethoven.
Casi a un costado del teatro Hidalgo y frente al Palacio de Bellas Artes, un adulto mayor se encuentra sentado sobre su banquito portátil, esperando recibir una moneda en un pequeño envase de plástico translúcido con una jerga roja que ocupa de mantel mientras toca la trompeta.
De piel morena, tez delgada, las canas que han demostrado el pasar de los años, sus lentes para vista cansada que le proporcionan una mejor visibilidad, un sombrero estilo ranchero que le permite cubrirse por los rayos del sol que se intensifican en la capital mexicana, una camisa blanca hasta la muñeca perfectamente limpia, un chaleco gris, sus pantalones azules de vestir están desgastados, sus zapatos viejos y llenos de polvo. Junto de él su morral.
De fondo musical, se escucha el sonido de una organillera tocando melodías populares mexicanas como las mañanitas y algunas otras canciones que hiciera popular Pedro Infante.
Oriundo de San Bartolo Hidalgo y nacido en el año de 1938, siendo el mayor de cinco hermanos, actualmente trabaja desde hace dos años en la Alameda como trompetista, por la escases de empleo que hay en el Distrito Federal. Pero en su juventud laboró en una empresa constructora que entre sus obras importantes fue la construcción del Hotel REGIS, (hoy plaza de la Solidaridad) ubicado frente a la Alameda Central, edificio que se cayera en el terremoto de 1985, así como escuelas de preparatorias, técnicas y universidades.
Al momento del singular sonido del cuarto de hora del reloj que sale de la torre Latinoamericana, el Sr. Federico Tolentino Guzmán comenta que la gente que pasa por la Alameda le gusta mucho la forma que toca, específicamente le piden mucho las mañanitas pero que en lo personal prefiere tocar corridos y rancheras.
Mientras los ojos curiosos de los que paseaban por el lugar al ver la entrevista, Don Federico dice que aprendió a tocar la trompeta desde que tenía doce años y que era un gusto para él hacerlo, también expresa la desepción que tiene por que no le permiten tocar la trompeta frente al Palacio de Bellas Artes mientras que al organillero le permiten laborar ahí por que ellos cuentan con un permiso que les otorga la Secretaría de Trabajo y Previsión Social; permiso que no ha podido conseguir por el exceso de trámites burocráticos, además de que los organilleros son considerados patrimonio cultural de la humanidad.
Así mismo se escucha los cantos de los pájaros que están a nuestro alrededor, en el momento que comenta que su hija Clotilde pertenece a la Organización de Campesinos y que se encuentra desilucionado por la situación política de México; sin embargo reconoce que se siente orgulloso de ser mexicano.
Agregó, mientras que la mirada se hunde en tristeza y descontento, el hecho de que no le fue pagado la pensión que mereciera, por que la empresa en la que trabajó le dijeron que habían perdido los papeles que requería para ello a causa de una inundación, y es que los papeles estaban guardados en el sótano del edificio que actualmente se encuentra frente al parque Hundido en Insurgentes.
La entrevista finaliza con la grata sonrisa de Don Federico que permite decir a través de ella, que a pesar de las circunstancias, hay un espíritu de lucha; mientras que al compás de la trompeta,resurgen las ganas de tocar una melodía con más ánimo que antes.
•SU GUSTO POR TOCAR LA TROMPETA INICIA DESDE LOS DOCE AÑOS
Por Yuquiabe Romero
Con el extenso sol que alumbraba, la muchedumbre que pasaba a los costados de la vieja Alameda Central, los ya conocidos puestos ambulantes de comida rápida, de ropa de manta, diversos collares, inciensos, romances de antaño, jóvenes, estudiantes de primaria y secundaria paseándose entre el pasadizo que cruza el parque, atravesando una fuente que a penas se descubre por el vaivén del chorro de agua, casi a la altura de la estatua estridente de Beethoven.
Casi a un costado del teatro Hidalgo y frente al Palacio de Bellas Artes, un adulto mayor se encuentra sentado sobre su banquito portátil, esperando recibir una moneda en un pequeño envase de plástico translúcido con una jerga roja que ocupa de mantel mientras toca la trompeta.
De piel morena, tez delgada, las canas que han demostrado el pasar de los años, sus lentes para vista cansada que le proporcionan una mejor visibilidad, un sombrero estilo ranchero que le permite cubrirse por los rayos del sol que se intensifican en la capital mexicana, una camisa blanca hasta la muñeca perfectamente limpia, un chaleco gris, sus pantalones azules de vestir están desgastados, sus zapatos viejos y llenos de polvo. Junto de él su morral.
De fondo musical, se escucha el sonido de una organillera tocando melodías populares mexicanas como las mañanitas y algunas otras canciones que hiciera popular Pedro Infante.
Oriundo de San Bartolo Hidalgo y nacido en el año de 1938, siendo el mayor de cinco hermanos, actualmente trabaja desde hace dos años en la Alameda como trompetista, por la escases de empleo que hay en el Distrito Federal. Pero en su juventud laboró en una empresa constructora que entre sus obras importantes fue la construcción del Hotel REGIS, (hoy plaza de la Solidaridad) ubicado frente a la Alameda Central, edificio que se cayera en el terremoto de 1985, así como escuelas de preparatorias, técnicas y universidades.
Al momento del singular sonido del cuarto de hora del reloj que sale de la torre Latinoamericana, el Sr. Federico Tolentino Guzmán comenta que la gente que pasa por la Alameda le gusta mucho la forma que toca, específicamente le piden mucho las mañanitas pero que en lo personal prefiere tocar corridos y rancheras.
Mientras los ojos curiosos de los que paseaban por el lugar al ver la entrevista, Don Federico dice que aprendió a tocar la trompeta desde que tenía doce años y que era un gusto para él hacerlo, también expresa la desepción que tiene por que no le permiten tocar la trompeta frente al Palacio de Bellas Artes mientras que al organillero le permiten laborar ahí por que ellos cuentan con un permiso que les otorga la Secretaría de Trabajo y Previsión Social; permiso que no ha podido conseguir por el exceso de trámites burocráticos, además de que los organilleros son considerados patrimonio cultural de la humanidad.
Así mismo se escucha los cantos de los pájaros que están a nuestro alrededor, en el momento que comenta que su hija Clotilde pertenece a la Organización de Campesinos y que se encuentra desilucionado por la situación política de México; sin embargo reconoce que se siente orgulloso de ser mexicano.
Agregó, mientras que la mirada se hunde en tristeza y descontento, el hecho de que no le fue pagado la pensión que mereciera, por que la empresa en la que trabajó le dijeron que habían perdido los papeles que requería para ello a causa de una inundación, y es que los papeles estaban guardados en el sótano del edificio que actualmente se encuentra frente al parque Hundido en Insurgentes.
La entrevista finaliza con la grata sonrisa de Don Federico que permite decir a través de ella, que a pesar de las circunstancias, hay un espíritu de lucha; mientras que al compás de la trompeta,resurgen las ganas de tocar una melodía con más ánimo que antes.
1 comentario:
- Alexander Strauffon dijo...
-
Ese relato me ha agradado, la forma de manejar las descripciones es digerible. Bien.
- 18 de julio de 2010, 15:50
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- COLABORADORES: Yuquiabe Romero, Ludyv Vogel, Danae Herrera, Jonathan González, Lorena Soto, Famorez, Erick Carpinteyro, Etoile, Graciela Sanchez, Christian Pérez, Astrid García Quintero, Aabyé Vargas, Isaac Delgado, Richy Espinoza, Ana Lilia Chávez Maturano, Aarón Zoé Guadarrama Becerril, Mario Alavéz, Kraken TV y Adonay E. Romero.
1 comentario:
Ese relato me ha agradado, la forma de manejar las descripciones es digerible. Bien.
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