domingo, 23 de agosto de 2009

REMEMBRANZA

Por Yuquiabe Romero


Hoy he despertado en un viejo catre en la colonia Morelos, con tal crudeza en mi cabeza, imaginándome qué hubiese pasado si cambio mi vida en un 100 por ciento.

Qué pasaría si no fuera un alcohólico sarcástico y patético al que todo mundo le huye por la apariencia de mis ropas; que con tanto trabajar para el alcohol, mis perfumes son de aquel mezcal de la semana pasada.

Lo cierto es que no sé que es de la vida, hace mucho que no me inspiro. En mis buenos momentos era un escritor aclamado por todos y deseado por todas, en aquellos momentos era lo que se le conocía un sex simbol. Aún recuerdo cuando mi mente conciente admiraba aquel nocturno de Juan Ramón Jiménez, ¡ah! valla, las cosas que me hacía recordar.

Desde que nací era ya un niño problema, por que al momento de mi nacimiento estuve a punto de morir por falta de oxigeno a mis pulmones, pero los doctores me empujaron a esta desdichada vida. La verdad era lo que menos me importaba en ese entonces, simplemente quería vivir.

Era el hijo más chico, mis hermanos se llamaban Elizabeth y José, a mi hermana le pusieron ese nombre por que mi madre era fiel admiradora de Elizabeth Taylor.
Mi relación con ellos era básicamente normal, con algo de pleitos caseros.

A los cuatro años si no mal recuerdo, Elizabeth se llegó a pelear con mi hermano, éste problema llegó a tal grado que mi hermana se fue de la casa toda llena de sangre por que se había cortado con el cuchillo que José tenía en la mano.

Nunca conocí a mi padre, pues mi madre siempre me decía pestes sobre él, sobre todo que era un mujeriego que no valía la pena conocer. Lo que mi madre no veía era que yo sólo quería un padre para mí.

Mi infancia era peculiar, nunca tuve grandes amigos por que mi madre me adoraba, ella no comprendía que tenía que emprender el vuelo alguna vez, sólo se me viene a la memoria a aquel amigo Jorge que vivía del otro lado de mi cuadra.

A Jorge lo conocí en la escuela, estudiábamos en el mismo salón de clases; realmente yo era muy callado, y casi no le hablaba a nadie pero me llamaba la atención la actitud de Jorge por que aparentaba ser muy extrovertido; además todas las viejas querían con él y yo quería aprender a ligar y a coger mucho mejor que él.

No era para más, Jorge siempre procuraba vestirse bien; sus peinados aunque a veces anticuados, le hacían lucir un “bonito cabello” según las habladurías de las chicas, procuraba hacer ejercicio, fumaba a madres y era un relajo.
Simplemente era especial y carismático. Dentro de mí quería ser libre, o al menos por un momento, así que decidí hacerme amigo de él, y tratar de ser algo parecido.

Al principio me costó trabajo hacerme amigo de él, pero un día lo vi saliendo a prisa de la casa de mi vecina La Gorda, y lo cierto es que no estaba gorda, de hecho se encontraba muy buena.

A Jorge lo vi medio desnudo saliendo con sus ropas en la mano mientras se veía desde mi sala que el marido de la gorda iba llegando a casa, y fue entonces que encontré la oportunidad de hacerme su amigo al ofrecerle mi casa para su escondite.

Ese día mi madre se había ido al mercado por que iban a preparar un banquete por que más tarde venía mi abuelo, y una vez que Jorge se tranquilizaba de lo excitado que estaba, fuimos por una cerveza y un cigarro; posteriormente fuimos a su casa y me invitó un poco de marihuana.

Le comenté a Jorge que me moría de ganas por una niña de mi salón, que yo era tímido en eso, su nombre era Gaby.

Y es que para mi era la chica más guapa que había visto, se veía bastante crecidita y por cierto tenía unos ojos tan profundos que me seducían y me hacían pensar demasiado en ella.

Fue entonces que empecé a tratarlo. Al pasar del tiempo él me mostró como ligarse a una vieja; en ese entonces sólo fuimos unos niños. Mi madre intervenía en nuestra amistad aunque eso en realidad era insignificante para mí.
Ella pensaba que Jorge era mala influencia; lo cierto es que me estaba enseñando a vivir con intensidad.

A mis catorce años empecé a conocer la belleza del sexo, actos inolvidables que me hacían encenderme cada día más, tomar un trago de aire en un momento de ocio, en el que no importaba el tiempo que estuviera ahí.

A esta edad empecé a escribir mis vivencias imaginarias, simplemente me gustaba, hasta que un buen día conocí a Alfredo, que era un afamado editor en sus buenos tiempos y por casualidad leyó mis diarios.

Alfredo resultaba ser el tío de Jorge, y esa ocasión fue de visita a su casa y es que era navidad, ese día mi madre se molestó conmigo por que no lo pase con ella.

Alfredo se metió a la habitación de Jorge por que estaba buscando el baño, y le llamó la atención mis diarios que estaban sobre el taburete de Jorge, ya que se los había prestado para que me diera su opinión y por cierto a Jorge le parecieron bastante buenos.

Al momento de verlos le fascinó y me invitó a trabajar para él, así que dejé la escuela y me dediqué a trabajar con lo único que sabía hacer: escribir.
Desde entonces tuve un gran éxito, fui galardonado con varios premios importantes y fotografiado por la prensa millones de veces.

La primera vez que me fui de casa fue para aventurarme a conocer el mundo, esa parte de mi vida, no la cambiaría por nada ya que tuve la oportunidad de vivir varias experiencias desagradables y por su puesto también agradables.

Tenía tantos fans de mis lecturas que una ocasión resultó que quedé perdido en alguna parte del mundo y sin dinero por haber ingerido tanto alcohol y una de mis fans me levantó y me apoyó para poder llegar a mi destino.

No toda mi vida era desgraciada, de tan bien que me iba doné algunos millones para la caridad. Fue un momento maravilloso por que uno de esos niños al que ayudé me agradeció con una mirada tierna e inocente y me tomó de la mano.


Recuerdo mi primer viaje a la vieja Cuba, lleno de pasión y de locura. Al momento de cruzar el puerto, me encontré a muchas chicas que sin duda alguna me hacían vivir con intensidad, lo extraño de esto es que sabiendo el interés monetario que tenían hacia mi persona, no me importaba, ¡era genial¡

De la que más hago memoria en ese viaje era a la bella Rossana, que sin duda con su carisma y simpatía me hacía querer estar con ella mucho más tiempo que con las demás.

Rossana tenía el cabello más oscuro que había visto en mi vida, su piel era color canela, su aroma era muy parecido a la brisa del mar y sus labios eran tan gruesos que me invitaban a besarla cada que la veía.

Sé que muy en el fondo le gustaba a Rossana, pero ella no se atrevía a decirlo por la cantidad de clientes que la frecuentaban, ya que ella era deseada por todos, e incluso llegué a sentir celos por ella.

Una tarde de aquellas acostumbradas en Cuba, de esas que parece que el sol no quiere ocultarse, la invité a salir, aclarándole que mis intenciones no eran de negocios.

Ella con gusto aceptó, y se decidió partir al malecón a tomar una copa y a charlar, ella, radiante como siempre, y su atuendo sensual pero elegante para mis ojos, comenzó a reír y al hacerlo no me interesaba nada más.
Aquella mujer que me amó de verdad, aquella que no comprendió mi necesidad bohemia, aquella que veía que mis amantes eran sólo sombra para mi, y que ella era especial para mi.

Mis deslices eran sólo para experimentar, pues lo único que quería hacer era vivir para inspirarme de aquella desdicha y lujuria que me incitaba en ese entonces la vida.

Estuve saliendo con la bella Rossana por largo tiempo, hasta que después de tres años que para mi fueron maravillosos, ella me dijo que ya no sentía lo mismo y que me dejaba por otro.

Ese día para mí fue el ocaso y el infierno, así que decidí regresar a mi ciudad natal, con una profunda tristeza, continué escribiendo, pero no sé si a través de mi depresión lo único que provoqué fue que mis escritos ya no estuviesen tan buenos como antes.

Así que como todo en la vida, llegó la decadencia, me despidieron de la editorial, me drogué y me alcoholicé tanto que ni Jorge me reconoció, ni yo a mi gran amigo de todos los tiempos que me fue fiel y muy paciente; en un momento de histeria y ceguera mental, no me di cuenta de lo que hice hasta que decidí llamarlo a su casa después de una semana, fue cuando su familia me comentó que sólo sabían que un maldito drogadicto y alcohólico lo había apuñalado más de 20 veces sólo por querer ayudarlo, y que aquel asesino le quitó sus pertenecías y se fue corriendo como vil rata que era.

Por eso a mis escasos 35 años, que estoy tumbado sobre un catre en la colonia Morelos sólo sabrán de mi cuando me encuentre la vieja casera de la vecindad en espera de que le pague los seis meses de renta, me encontrará aún más putrefacto que ahora que he muerto hace dos semanas por mi culpabilidad y mi tristeza por mi asquerosa vida que no me permitió respirar, pero estoy feliz por que en donde me encuentro ahora, no hago más que ser libre y volar como siempre quise.

1 comentario:

E. Carpinteyro (sueños ideas,cafe y tù).... : dijo...

Esta lectura me recuerda momentos en los que no encuentro quien soy o quien reflejaba en mis trabajos (claro que el único alcohol que bebo en exceso es el de los chocolates envinados) , he vivido esos instantes ,los odio rotundamente son como trabas para poder crear para pensar y expresar todo lo que uno desea en ese instante.
Hay algunas veces que ni al descubrir eso que me impacienta puedo hacer algo y otras en las que hallo motivaciones repentinas ,como personas que llegan y despiertan sentidos y sentimientos apagados así como lo has hecho, así como TU.....

domingo, 23 de agosto de 2009

REMEMBRANZA

Por Yuquiabe Romero


Hoy he despertado en un viejo catre en la colonia Morelos, con tal crudeza en mi cabeza, imaginándome qué hubiese pasado si cambio mi vida en un 100 por ciento.

Qué pasaría si no fuera un alcohólico sarcástico y patético al que todo mundo le huye por la apariencia de mis ropas; que con tanto trabajar para el alcohol, mis perfumes son de aquel mezcal de la semana pasada.

Lo cierto es que no sé que es de la vida, hace mucho que no me inspiro. En mis buenos momentos era un escritor aclamado por todos y deseado por todas, en aquellos momentos era lo que se le conocía un sex simbol. Aún recuerdo cuando mi mente conciente admiraba aquel nocturno de Juan Ramón Jiménez, ¡ah! valla, las cosas que me hacía recordar.

Desde que nací era ya un niño problema, por que al momento de mi nacimiento estuve a punto de morir por falta de oxigeno a mis pulmones, pero los doctores me empujaron a esta desdichada vida. La verdad era lo que menos me importaba en ese entonces, simplemente quería vivir.

Era el hijo más chico, mis hermanos se llamaban Elizabeth y José, a mi hermana le pusieron ese nombre por que mi madre era fiel admiradora de Elizabeth Taylor.
Mi relación con ellos era básicamente normal, con algo de pleitos caseros.

A los cuatro años si no mal recuerdo, Elizabeth se llegó a pelear con mi hermano, éste problema llegó a tal grado que mi hermana se fue de la casa toda llena de sangre por que se había cortado con el cuchillo que José tenía en la mano.

Nunca conocí a mi padre, pues mi madre siempre me decía pestes sobre él, sobre todo que era un mujeriego que no valía la pena conocer. Lo que mi madre no veía era que yo sólo quería un padre para mí.

Mi infancia era peculiar, nunca tuve grandes amigos por que mi madre me adoraba, ella no comprendía que tenía que emprender el vuelo alguna vez, sólo se me viene a la memoria a aquel amigo Jorge que vivía del otro lado de mi cuadra.

A Jorge lo conocí en la escuela, estudiábamos en el mismo salón de clases; realmente yo era muy callado, y casi no le hablaba a nadie pero me llamaba la atención la actitud de Jorge por que aparentaba ser muy extrovertido; además todas las viejas querían con él y yo quería aprender a ligar y a coger mucho mejor que él.

No era para más, Jorge siempre procuraba vestirse bien; sus peinados aunque a veces anticuados, le hacían lucir un “bonito cabello” según las habladurías de las chicas, procuraba hacer ejercicio, fumaba a madres y era un relajo.
Simplemente era especial y carismático. Dentro de mí quería ser libre, o al menos por un momento, así que decidí hacerme amigo de él, y tratar de ser algo parecido.

Al principio me costó trabajo hacerme amigo de él, pero un día lo vi saliendo a prisa de la casa de mi vecina La Gorda, y lo cierto es que no estaba gorda, de hecho se encontraba muy buena.

A Jorge lo vi medio desnudo saliendo con sus ropas en la mano mientras se veía desde mi sala que el marido de la gorda iba llegando a casa, y fue entonces que encontré la oportunidad de hacerme su amigo al ofrecerle mi casa para su escondite.

Ese día mi madre se había ido al mercado por que iban a preparar un banquete por que más tarde venía mi abuelo, y una vez que Jorge se tranquilizaba de lo excitado que estaba, fuimos por una cerveza y un cigarro; posteriormente fuimos a su casa y me invitó un poco de marihuana.

Le comenté a Jorge que me moría de ganas por una niña de mi salón, que yo era tímido en eso, su nombre era Gaby.

Y es que para mi era la chica más guapa que había visto, se veía bastante crecidita y por cierto tenía unos ojos tan profundos que me seducían y me hacían pensar demasiado en ella.

Fue entonces que empecé a tratarlo. Al pasar del tiempo él me mostró como ligarse a una vieja; en ese entonces sólo fuimos unos niños. Mi madre intervenía en nuestra amistad aunque eso en realidad era insignificante para mí.
Ella pensaba que Jorge era mala influencia; lo cierto es que me estaba enseñando a vivir con intensidad.

A mis catorce años empecé a conocer la belleza del sexo, actos inolvidables que me hacían encenderme cada día más, tomar un trago de aire en un momento de ocio, en el que no importaba el tiempo que estuviera ahí.

A esta edad empecé a escribir mis vivencias imaginarias, simplemente me gustaba, hasta que un buen día conocí a Alfredo, que era un afamado editor en sus buenos tiempos y por casualidad leyó mis diarios.

Alfredo resultaba ser el tío de Jorge, y esa ocasión fue de visita a su casa y es que era navidad, ese día mi madre se molestó conmigo por que no lo pase con ella.

Alfredo se metió a la habitación de Jorge por que estaba buscando el baño, y le llamó la atención mis diarios que estaban sobre el taburete de Jorge, ya que se los había prestado para que me diera su opinión y por cierto a Jorge le parecieron bastante buenos.

Al momento de verlos le fascinó y me invitó a trabajar para él, así que dejé la escuela y me dediqué a trabajar con lo único que sabía hacer: escribir.
Desde entonces tuve un gran éxito, fui galardonado con varios premios importantes y fotografiado por la prensa millones de veces.

La primera vez que me fui de casa fue para aventurarme a conocer el mundo, esa parte de mi vida, no la cambiaría por nada ya que tuve la oportunidad de vivir varias experiencias desagradables y por su puesto también agradables.

Tenía tantos fans de mis lecturas que una ocasión resultó que quedé perdido en alguna parte del mundo y sin dinero por haber ingerido tanto alcohol y una de mis fans me levantó y me apoyó para poder llegar a mi destino.

No toda mi vida era desgraciada, de tan bien que me iba doné algunos millones para la caridad. Fue un momento maravilloso por que uno de esos niños al que ayudé me agradeció con una mirada tierna e inocente y me tomó de la mano.


Recuerdo mi primer viaje a la vieja Cuba, lleno de pasión y de locura. Al momento de cruzar el puerto, me encontré a muchas chicas que sin duda alguna me hacían vivir con intensidad, lo extraño de esto es que sabiendo el interés monetario que tenían hacia mi persona, no me importaba, ¡era genial¡

De la que más hago memoria en ese viaje era a la bella Rossana, que sin duda con su carisma y simpatía me hacía querer estar con ella mucho más tiempo que con las demás.

Rossana tenía el cabello más oscuro que había visto en mi vida, su piel era color canela, su aroma era muy parecido a la brisa del mar y sus labios eran tan gruesos que me invitaban a besarla cada que la veía.

Sé que muy en el fondo le gustaba a Rossana, pero ella no se atrevía a decirlo por la cantidad de clientes que la frecuentaban, ya que ella era deseada por todos, e incluso llegué a sentir celos por ella.

Una tarde de aquellas acostumbradas en Cuba, de esas que parece que el sol no quiere ocultarse, la invité a salir, aclarándole que mis intenciones no eran de negocios.

Ella con gusto aceptó, y se decidió partir al malecón a tomar una copa y a charlar, ella, radiante como siempre, y su atuendo sensual pero elegante para mis ojos, comenzó a reír y al hacerlo no me interesaba nada más.
Aquella mujer que me amó de verdad, aquella que no comprendió mi necesidad bohemia, aquella que veía que mis amantes eran sólo sombra para mi, y que ella era especial para mi.

Mis deslices eran sólo para experimentar, pues lo único que quería hacer era vivir para inspirarme de aquella desdicha y lujuria que me incitaba en ese entonces la vida.

Estuve saliendo con la bella Rossana por largo tiempo, hasta que después de tres años que para mi fueron maravillosos, ella me dijo que ya no sentía lo mismo y que me dejaba por otro.

Ese día para mí fue el ocaso y el infierno, así que decidí regresar a mi ciudad natal, con una profunda tristeza, continué escribiendo, pero no sé si a través de mi depresión lo único que provoqué fue que mis escritos ya no estuviesen tan buenos como antes.

Así que como todo en la vida, llegó la decadencia, me despidieron de la editorial, me drogué y me alcoholicé tanto que ni Jorge me reconoció, ni yo a mi gran amigo de todos los tiempos que me fue fiel y muy paciente; en un momento de histeria y ceguera mental, no me di cuenta de lo que hice hasta que decidí llamarlo a su casa después de una semana, fue cuando su familia me comentó que sólo sabían que un maldito drogadicto y alcohólico lo había apuñalado más de 20 veces sólo por querer ayudarlo, y que aquel asesino le quitó sus pertenecías y se fue corriendo como vil rata que era.

Por eso a mis escasos 35 años, que estoy tumbado sobre un catre en la colonia Morelos sólo sabrán de mi cuando me encuentre la vieja casera de la vecindad en espera de que le pague los seis meses de renta, me encontrará aún más putrefacto que ahora que he muerto hace dos semanas por mi culpabilidad y mi tristeza por mi asquerosa vida que no me permitió respirar, pero estoy feliz por que en donde me encuentro ahora, no hago más que ser libre y volar como siempre quise.

1 comentario:

E. Carpinteyro (sueños ideas,cafe y tù).... : dijo...

Esta lectura me recuerda momentos en los que no encuentro quien soy o quien reflejaba en mis trabajos (claro que el único alcohol que bebo en exceso es el de los chocolates envinados) , he vivido esos instantes ,los odio rotundamente son como trabas para poder crear para pensar y expresar todo lo que uno desea en ese instante.
Hay algunas veces que ni al descubrir eso que me impacienta puedo hacer algo y otras en las que hallo motivaciones repentinas ,como personas que llegan y despiertan sentidos y sentimientos apagados así como lo has hecho, así como TU.....

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COLABORADORES: Yuquiabe Romero, Ludyv Vogel, Danae Herrera, Jonathan González, Lorena Soto, Famorez, Erick Carpinteyro, Etoile, Graciela Sanchez, Christian Pérez, Astrid García Quintero, Aabyé Vargas, Isaac Delgado, Richy Espinoza, Ana Lilia Chávez Maturano, Aarón Zoé Guadarrama Becerril, Mario Alavéz, Kraken TV y Adonay E. Romero.