Escrito entre el año 2000 y el 2010
Por Aarón Zoé Gadarrama Becerril
Algún vacío aún me llena,
tan lleno de sabores amargos
e intentos de Dios,
de recuerdos sin tiempo
y olvidos asustados.
Apenas colado
y alguna intención.
Vacío aún lleno
con dolor y sangre,
heridas, fracturas
y secuelas.
Con sutura, torniquete
e infección.
Sin saber muy bien
a dónde se va el hueco,
me pongo de rodillas
que portan
y soportan
todo lo que aún conservo
de emoción.
Lleno de nada, de migajas
y silencios.
De lágrimas y quizá
también de fabricación.
Si llegan a tocarme,
no reciben brisas ni sueños,
llegan cantando y vibrando,
sin mirar alrededor.
Y me pongo tras sus ojos,
porque no quiero que me vean
cuando estoy sin voz.
Y aún así, siempre estoy en alguna parte,
en los huecos que sobreviven a la partida,
en la copa con aliento a vino viejo.
Y me voy, al vacío que sobrevive y aguanta
lo que aún me queda de vida y alma.
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domingo, 21 de marzo de 2010
VACÍO
Escrito entre el año 2000 y el 2010
Por Aarón Zoé Gadarrama Becerril
Algún vacío aún me llena,
tan lleno de sabores amargos
e intentos de Dios,
de recuerdos sin tiempo
y olvidos asustados.
Apenas colado
y alguna intención.
Vacío aún lleno
con dolor y sangre,
heridas, fracturas
y secuelas.
Con sutura, torniquete
e infección.
Sin saber muy bien
a dónde se va el hueco,
me pongo de rodillas
que portan
y soportan
todo lo que aún conservo
de emoción.
Lleno de nada, de migajas
y silencios.
De lágrimas y quizá
también de fabricación.
Si llegan a tocarme,
no reciben brisas ni sueños,
llegan cantando y vibrando,
sin mirar alrededor.
Y me pongo tras sus ojos,
porque no quiero que me vean
cuando estoy sin voz.
Y aún así, siempre estoy en alguna parte,
en los huecos que sobreviven a la partida,
en la copa con aliento a vino viejo.
Y me voy, al vacío que sobrevive y aguanta
lo que aún me queda de vida y alma.
Por Aarón Zoé Gadarrama Becerril
Algún vacío aún me llena,
tan lleno de sabores amargos
e intentos de Dios,
de recuerdos sin tiempo
y olvidos asustados.
Apenas colado
y alguna intención.
Vacío aún lleno
con dolor y sangre,
heridas, fracturas
y secuelas.
Con sutura, torniquete
e infección.
Sin saber muy bien
a dónde se va el hueco,
me pongo de rodillas
que portan
y soportan
todo lo que aún conservo
de emoción.
Lleno de nada, de migajas
y silencios.
De lágrimas y quizá
también de fabricación.
Si llegan a tocarme,
no reciben brisas ni sueños,
llegan cantando y vibrando,
sin mirar alrededor.
Y me pongo tras sus ojos,
porque no quiero que me vean
cuando estoy sin voz.
Y aún así, siempre estoy en alguna parte,
en los huecos que sobreviven a la partida,
en la copa con aliento a vino viejo.
Y me voy, al vacío que sobrevive y aguanta
lo que aún me queda de vida y alma.
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